Entre las disfunciones en el sistema literario existente tengo mi ejemplo preferido. Joydeep Roy Bhattacharaya, nacido en Calcuta. En Estados Unidos se licenció en Filosofía, vive en Nueva York. Joydeep ha escrito una novela. El tema de su obra es Hungría y el círculo de los intelectuales húngaros en los años sesenta. Los húngaros tradujeron el libro enseguida. Un intelectual húngaro se me quejó de que la novela trata de Hungría, pero de un modo indio. «Sería mejor que escribiera sobre la India», me comentó.
Joydeep es un hombre guapo y fotogénico. El editor inglés publicó su novela con la oculta esperanza de que Joydeep se lo pensaría mejor y escribiría algo sobre la India. Algo como El dios de las pequeñas cosas, sólo que desde una perspectiva masculina. Mi madre, a la que le enseñé el libro de Joydeep con su fotografía en la contracubierta, se puso instintivamente del lado del editor inglés. «Realmente, ¿por qué no escribe sobre la India? —suspiró—. ¡Si es más guapo que Sandokan!»
En un mundo donde el identity kit es como el cepillo de dientes —es decir, algo imprescindible—, Joydeep ha elegido el camino más arduo. Ha tirado su identity kit (aquel que realmente podría haberle proporcionado beneficios) a la basura en nombre del derecho a una elección literaria libre, en nombre de la libertad literaria. Joydeep es consciente de las consecuencias de su suicidio simbólico. Supongo que «en casa», en la India, no lo quieren mucho. Los entornos sobre los que escribe lo critican, porque están convencidos de que sólo ellos tienen el copyright de ese tema. El editor inglés tolera este «virus» europeo oriental de Joydeep, porque espera su curación y el momento en el que temáticamente volverá al «lugar al que pertenece», a la India. «La novela que escribo ahora se sitúa en el Dresde de los años cincuenta, y luego me espera una novela sobre la batalla se Stalingrado, escrita desde una perspectiva femenina», me dijo hace poco el muy cabezota.
Dubravka Ugrešić. «¿Qué es europeo en la literatura europea?». A: No hay nadie en casa. Traducción del croata de Luisa Fernanda Garrido Ramos y Tihomir Pištelek. Anagrama, 2009. P. 165.
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