dimarts, 28 d’octubre del 2025

les malalties de l'ànima

 

MANUEL ARRANZ
Las enfermedades del alma
Levante
8|5|2015


Un caballo sin jinete, el recuerdo de lo que se pensaba un crimen y la razón, que no siempre tiene razón. Todas las existencias humanas están ligadas entre sí, quizás, en su fragilidad. De esto habla el inquietante Gaito Gazdánov en El espectro de Aleksandr Wolf. Y es que el pasado nos persigue, implacable, y el efecto de la guerra es tan devastador para los cuerpos como para las almas.

Y de pronto, un día comprendemos que los contrarios no son incompatibles entre sí. Que se puede amar el bien y hacer el mal, extasiarse con la belleza y embrutecerse con la fealdad, contemplar una puesta de sol y revolcarse en el estiércol, amar a la vez el orden y el desorden, la música clásica y el rock, el agua y el vino, y que es humano hacerlo, como humano es arrepentirse tanto de lo que hicimos como de lo que no hicimos. La naturaleza del hombre no es precisamente lógica, y la razón sólo gobierna una mínima parte de nuestra vida, la más intrascendente y aburrida.

El espectro de Aleksandr Wolf es una extraordinaria novela sobre la dualidad de los sentimientos, sobre la atracción por igual de lo más alto y lo más bajo, pero, sobre todo, sobre la ignorancia de esos sentimientos cuya inesperada aparición nos deja inermes, indefensos, rendidos para siempre, y somos incapaces de explicar qué los ha suscitado, dónde se escondía su secreta raíz, a qué incomprensible lógica responden.

El carácter, que creemos consustancial a nuestra persona, resulta que no lo es. Un hombre, o una mujer huraños, desconfiados, rencorosos, se convierten de pronto por algún motivo, nimio las más de más veces, casual, circunstancial, en personas encantadoras, confiadas, afectuosas. Desgraciadamente también puede suceder al revés. ¿Qué ha pasado? Aparentemente nada, o nada que dependa de nosotros directamente. Sencillamente no gobernamos nuestras vidas y, paradójicamente, son las vidas de los otros, otros con los que muchas veces poco o casi nada tenemos que ver, las que gobiernan a la postre la nuestra. «Toda existencia humana está ligada a otras existencias humanas». Todas las existencias humanas están ligadas entre sí.

La verdadera existencia, nos dice el protagonista de esta novela, está compuesta de recuerdos, lamentos, presentimientos y una confusa esperanza. Una confusa esperanza en que todo tenga alguna finalidad, una confusa esperanza de que no hemos vivido para nada, de que nuestras decisiones han sido las acertadas y nada es irreparable y todo es perdonable y todo se olvida. Pagamos las culpas de los otros como otros pagan las nuestras.

¿Una novela policiaca? ¿Una novela existencialista, como leemos en la Wikipedia? Personalmente, sin ser ningún gran aficionado a esos clásicos y dignísimos géneros, yo no lo diría. Casi cualquier novela escrita en París por aquellos años tiene algo de existencialista, y el existencialismo, bien mirado, tiene algo de policíaco. Pero El espectro de Aleksandr Wolf es bastante más que eso. Es una novela sobre los devastadores efectos de la guerra en el alma humana. Sobre las guerras que se libran en nuestro interior. Porque los principios morales son las primeras víctimas en caer y las heridas del alma no cicatrizan nunca. La novela transcurre en París, ciudad donde en los años veinte y posteriores vivió y trabajo Gaito Gazdánov, nacido en San Petersburgo en 1903 y muerto en Múnich en 1971. Y a medida que vamos leyendo, nos damos cuenta de que todo, tanto en la novela como en la vida, puede torcerse en cualquier momento, de que no importa lo que hagamos o dejemos de hacer, y de que nuestro pasado y el de los otros nos persigue implacablemente. Una grandísima novela sobre los azares del destino y las incertidumbres del alma, sobre el amor, sobre la muerte, sobre la esperanza sin ilusión, y sobre la fragilidad de todas las cosas. Inquietante y magnífica.


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