Reeves McCullers va participar amb l’exercit aliat en el desembarcament de Normandia a la segona guerra mundial, en una carta narra l’experiencia a la seva esposa de la que, en aquells moments, estava divorciat.
Desde ayer, una inmensa armada va camino de Francia para atacar Alemania. Tan lejos como la mirada pueda alcanzar, no se ven más que barcos, miles de barcos, rodeados de enormes escoltas. Por encima de nuestras cabezas, hileras de aviones dan vueltas insistentemente como perros pastores protegiendo a sus rebaños. Éste es el momento que tanto hemos esperado. El corazón de cada uno de los hombres que va a bordo late con fuerza a causa de la excitación y la impaciencia por enfrentarse a los Hunos. En mi barco hay un arma secreta concebida para sorprenderles. Nuestra principal preocupación en este momento es el tiempo. Todos rogamos para que el mar, que está muy turbio, se calme. Acabamos de cenar, y he leído a mis hombres los mensajes de nuestros mandos: Canham, Bradley, Montgomery, Eisenhower y el Presidente. Son palabras muy sencillas, consejos y frases de ánimo para ayudarles a soportar los días y las noches horribles, terroríficas que nos aguardan [...]. Debo vigilar toda la noche junto con el comandante del barco, pero me queda una última botella de whisky reservada para la ocasión, que voy a beberme despacio reflexionando y haciendo planes. Hace un poco de frío esta noche pero me he puesto el jersey azul que me diste, bajo la chaqueta militar, y me abriga [...]. No creo que haya en toda la expedición un grupo de hombres más firmemente decidido a hacer su trabajo que el mío [...]. Muchos de nosotros moriremos, pero no en vano. Matando la mayor cantidad de nazis posible, dejaremos un poco más de libertad en esta tierra. El comandante en jefe de nuestro batallón asistió a la breve alocución del general Montgomery antes de nuestra partida. Me ha dicho que habló de manera muy sosegada y precisa, y afirmó que Alemania sería derrotada en seis meses, y Japón seis meses después. Creo que tiene razón.
Esta tarde he estado mirando las fotos tuyas que llevo encima: una está sacada en nuestra casa, tú estás tocando el piano, y tu rostro rebosa calma y ternura; la otra es de una revista, y te la debieron de sacar en Yadoo. Tienes una curiosa sonrisilla, como si algo te hubiera hecho gracia [...]. Ésta probablemente sea la última carta que pueda escribirte durante un tiempo, pues sólo Dios y el comandante general saben cuándo tendremos un momento de respiro. Pero siempre estarás en mi corazón y en mis pensamientos.
Desde ayer, una inmensa armada va camino de Francia para atacar Alemania. Tan lejos como la mirada pueda alcanzar, no se ven más que barcos, miles de barcos, rodeados de enormes escoltas. Por encima de nuestras cabezas, hileras de aviones dan vueltas insistentemente como perros pastores protegiendo a sus rebaños. Éste es el momento que tanto hemos esperado. El corazón de cada uno de los hombres que va a bordo late con fuerza a causa de la excitación y la impaciencia por enfrentarse a los Hunos. En mi barco hay un arma secreta concebida para sorprenderles. Nuestra principal preocupación en este momento es el tiempo. Todos rogamos para que el mar, que está muy turbio, se calme. Acabamos de cenar, y he leído a mis hombres los mensajes de nuestros mandos: Canham, Bradley, Montgomery, Eisenhower y el Presidente. Son palabras muy sencillas, consejos y frases de ánimo para ayudarles a soportar los días y las noches horribles, terroríficas que nos aguardan [...]. Debo vigilar toda la noche junto con el comandante del barco, pero me queda una última botella de whisky reservada para la ocasión, que voy a beberme despacio reflexionando y haciendo planes. Hace un poco de frío esta noche pero me he puesto el jersey azul que me diste, bajo la chaqueta militar, y me abriga [...]. No creo que haya en toda la expedición un grupo de hombres más firmemente decidido a hacer su trabajo que el mío [...]. Muchos de nosotros moriremos, pero no en vano. Matando la mayor cantidad de nazis posible, dejaremos un poco más de libertad en esta tierra. El comandante en jefe de nuestro batallón asistió a la breve alocución del general Montgomery antes de nuestra partida. Me ha dicho que habló de manera muy sosegada y precisa, y afirmó que Alemania sería derrotada en seis meses, y Japón seis meses después. Creo que tiene razón.
Esta tarde he estado mirando las fotos tuyas que llevo encima: una está sacada en nuestra casa, tú estás tocando el piano, y tu rostro rebosa calma y ternura; la otra es de una revista, y te la debieron de sacar en Yadoo. Tienes una curiosa sonrisilla, como si algo te hubiera hecho gracia [...]. Ésta probablemente sea la última carta que pueda escribirte durante un tiempo, pues sólo Dios y el comandante general saben cuándo tendremos un momento de respiro. Pero siempre estarás en mi corazón y en mis pensamientos.
Com que no sabia qui va ser Reeves McCullers ho he buscat a Internet. El frustre ha sigut que gaire bé tots els links fan referència a la que va ser la seva dona, Carson McCullers, que, segons sembla, va ser força més coneguda que ell.
ResponEliminaDoncs mira, Brian, em sembla que has ficat el dit a la nafra, perquè en Reeves això que la seva dona fos més coneguda que ell ho portava moooooolt malament.
ResponEliminaEn Mitchum t'il·lustrarà més al respecte.
En Reeves va esdevenir heroi de guerra i va ser degudament condecorat. En Reeves també portava malament ser gay i no ser capaç d'assumir-ho mentre la seva esposa, que era lesbiana, tenia alguna devoció important, especialment amb una amiga.
ResponEliminaL'estranya parella.
...va ser, efectivament, una extranya parella amb oscil·lacions entre l'amor més sublim i les mangonejades (no em surt cap més paraula, ho sento) d'un alcohòlic,... l'origen del seu primer divorci es deu a que Reeves va falsificar la signatura de la seva dona per cobrar uns xecs,..hi ha anècdotes glorioses de reeves i el seu escamot infiltrant-se entre les línees enemiges per buscar una ampolla de calvados...respecte a l'orientació sexual del matrimoni...
ResponElimina...ho feien córrer tot.
ResponElimina...això mateix, carn i peix, i per anar bé, cru com el sushi...
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