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La esperanza de convencer a Vladimir Nabokov de aparecer y de hablar en la televisión era ínfima. Sólo había dejado que lo filmaran mientras practicaba su afición estival de cazar mariposas (además de una entrevistita que concedió a Lectures pour tous, de cuya existencia me he enterado hace poco y que no he visto). Aun así, decidí ir a verlo al viejo Palace de Montreux donde vivía con su mujer. Había reñido con todos sus correctores, a los que desanimaba con su perfecto conocimiento dels francés y del diccionario de Émile Littré —«Pues Émile lo emplea así» argumentaba, como si Littré también viviese en Montreux y fuese amigo suyo— y se había ganado la fama de tener muy mal carácter. Pero yo estaba dispuesto a aguantar los chaparrones que fuera necesario para llevar a este escritor genial al plató de Apostrophes.
Eran más o menos las tres de la tarde, Nabokov había dormido una siestecita, estaba de excelente humor y yo había tenido la suerte de caerle en gracia a su mujer. Del primer salón donde empezamos a hablar nos echó el afinador del piano. Nos refugiamos en otro salón, aún más amplio que el anterior, sin fijarnos en que también había un piano. Cuando llegó el afinador a ocuparse de él, tuvimos que levantarnos de nuevo y huir a un tercer salón, donde, al entrar, nos aseguramos que no había ningún instrumento musical. Nabokov estaba encantado con aquel incidente. ¿Tendría intención de utilizarlo en alguna novela?
Hechizado y subyugado por ese hombre enérgico, irónico, divertido y prodigiosamente culto, me juré que caería en mis redes para escritores, por mucha paciencia y adulación que tuviera que echarle.
— Me horroriza la improvisación —me dijo—. Nunca he dicho nada ante mis alumnos o en público, aunque sólo fuesen dos palabras, sin antes haberlo sopesado y escrito cuidadosamente.
— ¡Bueno, pues haré por usted lo que nunca he hecho por nadie! Le enviaré el texto de las preguntas que voy a hacerle.
— Y yo las contestaré por escrito. Leeré mis respuestas delante de las cámaras.
— Pero...pero...
— Ingénieselas para que yo pueda sentarme en un escritorio con una pared de libros por delante, para que el público no vea el texto. Se me da muy bien fingir que no estoy leyendo y que, a veces, mis ojos tienen que buscar la inspiración en el techo.
Y así se hizo, en directo, el 30 de mayo de 1975. Pidió que le sirvieran whisky de una marca determinada pero, para no dar mal ejemplo a quienes vieran el programa, exigió que estuviera dentro de una tetera. Todavía me oigo diciéndole: «¿Un poco más de té, señor Nabokov?». Como tenía problemas de vejiga, solicitó un urinario portátil, oculto detrás del decorado del estudio. Evidentemente no tuvo que usarlo.
Cuando terminó su número de falso entrevistado, estaba tan contento como un mago que se ha sacado pañuelos de los dedos y conejos del sombrero, para regocijo y engaño del público. Con palabras y frases había logrado la misma hazaña.
Un año después, Vladimir Nabokov falleció. Tenía setenta y ocho años. Vuelvo a ver al afinador del piano, oigo las notas que martilleaba insistentemente con el dedo...Sobre todo, vuelvo a ver la hermosa sonrisa, un tanto burlona, de Nabokov y le oigo decirnos a su mujer y a mí: «Huyamos, el ruido derrotará al mundo...».
Bernard Pivot. De oficio, lector: respuestas a Pierre Nora. Traducció d'Amaya García Gallego. Trama, 2016. P. 140-141.
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P.S.: Bernard Pivot (Lió, 5 de maig de 1935) és un periodista i crític literari francès, presentador de programes culturals de televisió. Des de 2014 és el president de l'Acadèmia Goncourt. Es considera que és l'home que ha fet llegir més francesos durant la segona meitat del segle XX. Entre el 1971 i el 1990, quinze anys, va presentar el programa Apostrophes a la televisió pública, els divendres a la nit i en horari de màxima audiència, on era seguit per entre un i tres milions d’espectadors. Durant la seva carrera ha entrevistat centenars d’escriptors francesos però també estrangers: Perec, Duras, Yourcenar, Bukowski, Styron i fins i tot Nabokov, a qui no li agradava que li fessin entrevistes. Quan parlava d’un llibre, la setmana següent era el més venut a les llibreries. [Viquipèdia dixit]
Vegeu també:
· Guitart, Anna. «20 minuts amb el crític literari Bernard Pivot». CCMA, 26-10-2016.
· Nabokov a Apostrophes. L'entrevista completa, subtitulada en castellà.
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