Después de comer, al borde de la piscina, abrí Un invierno en Mallorca. A los pocos minutos estaba riéndome a carcajadas. Qué estafa es el mito de Valldemosa. George Sand y Chopin pasaron en la Cartuja dos meses de invierno. No paró de llover. Incluso nevó. Chopin cogió una bronquitis que por poco lo mata. Sand se enemistó con todos los habitantes del lugar, a los que trata de «monos» en su libro. Cuando salía a pasear le tiraban piedras. Chopin se quedaba encerrado oyendo al viento ulular entre los muros del edificio y sufriendo todo tipo de pesadillas. Sus famosos y «encantadores» preludios no son sino sus alucinaciones y terrores traducidos al lenguaje musical. George Sand lo cuenta en el libro, que está escrito con mucho humor: ese gran humor que tienen algunas mujeres ricas e inteligentes para despotricar contra el servicio. La baronesa admiró el paisaje de la zona y lo describió con entusiasmo, pero detestó a sus pobladores. Habló de ellos una y otra vez como de seres abominables e infrahumanos. Un invierno en Mallorca se vende hoy en surtidos idiomas por todas las esquinas del pueblo. La Cartuja de Valldemosa es el monasterio más visitado de España y apenas ninguno de sus visitantes sabe que lo que imaginan como una idílica y romántica estancia de los dos famosos amantes fue en realidad una especie de cuento gótico o de película de terror.
Es asombroso cómo los pueblerinos de Valldemosa han ganado la batalla a George Sand, a la que entonces ya vendían las patatas y los huevos a precio de oro, y sobre cuyo libro, donde son humillados, despreciados y llamados «idiotas y ladrones», han levantado un enorme negocio. Sand ni menciona el nombre de Chopin en Un invierno en Mallorca. Se limita a referirse a «el enfermo»...
Iñaki Uriarte. Diarios: 2004-2007. Pepitas de calabaza, 2011. P. 117.
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