En marzo de 1933, con veintitrés años, y en un intento de conseguir trabajos relacionados con la escritura, Eudora Welty mandó a la oficina de The New Yorker esta petición extremadamente cautivadora, en la que mostraba sus cartas boca arriba con toda amabilidad. Resulta ciertamente difícil imaginar una presentación de los talentos propios escrita con más encanto que ésta, y por esa misma razón sorprende y decepciona por igual que una súplica formulada con tal perfección cayera en saco roto, al menos de entrada. Por fortuna, la revista rectificó más adelante ese error y Welty terminó escribiendo numerosas colaboraciones para dicha publicación. Su tarea obtuvo múltiples premios, entre los que destaca el Pulitzer de 1973 a una obra de ficción, por su novela La hija del optimista, y la Medalla a la Libertad, otorgada siete años después por la presidencia de Estados Unidos.
15 marzo de 1933
Caballeros:
Supongo que hasta un juego de manos les merecería más atención que una solicitud de trabajo en su revista, pero, como suele suceder, no siempre se obtiene lo que más se desea.
Tengo 23 años y apenas llevo seis semanas suelta por Nueva York. Sin embargo, fui neoyorquina durante un año, en 1930-31, mientras asistía a mis clases de publicidad en la Columbia School of Business. En realidad soy sureña, de Mississippi, el estado más retrógrado de la nación. Entre mis contactos se encuentra Walter H. Page, quien para mis desgracia no tiene ya ninguna relación con la editorial Doubleday-Page, que de hecho ya ni siquiera se llama Doubleday-Page. Cursé Filosofía y Letras (1929) en la Universidad de Wisconsin, y me especialicé en Literatura Inglesa sin la menor preocupación. He pasado los últimos dieciocho meses languideciendo en una emisora de radio de Jackson, Mississippi, donde escribía guiones de continuidad, teatralizaciones, anuncios de comida para asnos, diálogos para Santa Claus y diálogos cortos para anuncios de seguros; ya he renunciado a todo eso.
Respecto a lo que podría hacer para ustedes...Últimamente he visto una cantidad indecorosa de exposiciones artísticas y películas de quince centavos y sería capaz de escribir las correspondientes críticas con mi clásica arrogancia distante. De hecho, creo que hace poco acuñé una palabra que describiría de modo general la pintura de Matisse, después de ver su última exposición en la Marie Harriman: amanzanaje. Es una muestra de cómo trabaja mi mente: deprisa y sin excesivo rigor. Leo con auténtica voracidad y soy capaz de improvisar una opinión al terminar.
Como me he comprado una colorida tela de la India y una gran cantidad de discos de gramófono de un tal señor Nussbaum, que se dedica a grabarlos, y también una copia de las bañistas de Cézanne de una pulgada entera (espero que esto les demuestre que he leído e.e. cummings¹), estoy ansiosa por disponer de un apartamento, y no digamos una pequeña gramola potátil. ¡Cómo me gustaría trabajar para ustedes! Un parrafito cada mañana..., un parrafito cada noche, suponiendo que no puedan permitirse contratarme a jornada completa, aunque en ese caso trabajaría como una esclava. También puedo dibujar como el señor Thurber, por si él termina de perder los estribos. He practicado pintura floral.
No hay modo de saber adónde podría dirigirme si ustedes me rechazan. Soy consciente de que esto no tiene por qué afectarles, pero deberían plantearse cuál es mi alternativa: por 12 dólares, la Universidad de Nueva York me permitiría bailar en Congo, de Vachel Lindsay. Me acongoja. No tengo nada que añadir, aparte de repetir que soy muy trabajadora.
Atentamente,
Eudora Welty
Shaun Usher. Cartas memorables: curiosas y divertidas, reveladoras y trascendentes: más de cien misivas de gente anónima y personajes célebres de la historia. Salamandra, 2014.
___________¹ El poeta e.e. cummings publicó un poema titulado Ever-ever Land (en aparente oposición a la Neverland de Peter Pan, que en su primera versión teatral se llamaba Never-Never Land), en el que se afirma: «el infinito complacía a nuestros padres / a nosotros nos basta una pulgada». [N. del t.]
Que bona! Encara no l'he llegida mai, però tinc moltes ganes de descobrir-la. M'han parlat molt bé de "Las batallas perdidas". Que me'n dius?
ResponEliminaJo també la tinc pendent. En Robert de la biblio sempre em diu meravelles de La filla de l'optimista. Calla, ara que hi penso, la podríem llegir al club i qüestió resolta, no?
EliminaSí, m'encantaria!
ResponEliminaENDAVANT, SIGUES OPTIMISTA,FILLETA
ResponEliminaHahaha!
EliminaVet-ho aquí, el pare de la filla.
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