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Recuerdo el jardín de los Finzi-Contini en la novela de Giogio Bassani. La he leído y releído muchas veces, y creo que es uno de mis libros favoritos. La gran mansión de los judíos ricos de Ferrara, con su jardín, su pista de tenis y los altos muros que la rodean, representa ese lugar donde quieres ser admitido, pero, cuando te invitan, te sientes un advenedizo inseguro. No perteneces a ese mundo, por muy enamorado de él que estés. Te dejarán entrar durante un solo verano encantado, disfrutar de largos partidos de tenis, explorar el jardín, caer en la red del deseo, pero las puertas volverán a cerrarse. Y ese espacio quedará unido para siempre a tu melancolía. Casi todos nosotros, en algún momento de la vida, hemos espiado desde fuera un jardín de los Finzi-Contini.
Irene Vallejo. El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo. 8a ed. Siruela, 2020. P. 54.
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