Se ha despilfarrado una gran cantidad de rencor crítico por no distinguir entre dos maneras de escribir que son absolutamente distintas.
A Los libros que se leen para que el hombre desarrolle su propia capacidad, para saber más y percibir más y con mayor rapidez que antes de leerlos.
y
B Los libros que se han escrito para servir de REPOSO, droga, opiáceos, lechos mentales.
Nadie se echa a dormir sobre un martillo o un cortacéspedes, ni tampoco se pone a clavar un clavo a golpes de colchón. ¿Por qué se empeña la gente en aplicar los MISMOS criterios a escritos tan diferentes por su propósito y su efecto como pueden serlo un cortacésped y el cojín de un sofá?
Ezra Pound. El ABC de la lectura. Traducció de Miguel Martínez-Lage. Fuentetaja, 2000. P. 94.
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