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Flaubert dibuixat pel seu pare Achille (ca. 1829). Tret d'aquí. |
Los dos jóvenes se miraban enamorados, melifluos, se gustaban. Ella era huérfana, bella, inocente, razonable. Él era doctor en medicina, se llamaba Achille Cleophas Flaubert, tenía 27 años y un interesante futuro, pues le acababan de destinar al hospital de Rouen. Con el permiso de un superior, se casaron, instalándose en el número 8 de la calle Petit Salut. En esos días, hacia 1812, Rouen ya era una rica ciudad industrial de cien mil habitantes, orgullosa de sus iglesias, fábricas, jardines, almacenes y grandes instalaciones portuarias escalonadas a lo largo del Sena, con su Academia, sus museos y sus escuelas.
Pronto, al calor de esa próspera ciudad, los Flaubert tuvieron su primer hijo, que se llamó Achille, como su padre. Después nacieron otros hijos, todos muertos. Hasta que vino al mundo Gustave. Esperaban una niña pero, a pesar de la decepción, los padres fingieron alegrarse de ese nacimiento. Esa niña, Caroline, llegaría un año después, y los padres entonces dieron por terminada la gestación de su prole.
Achille, el mayor, dio desde el primer momento pruebas de gozar de buena salud y ser muy inteligente. La niña era encantadora. Pero Gustave...Era muy raro Gustave. Siempre estaba aislado en una especie de embotamiento, con el dedo en la boca, la mirada apagada, sordo a lo que se decía a su alrededor e incapaz de pronunciar una frase correcta. Su madre le daba las primeras lecciones con una paciencia inquieta. El niño tartamudeaba, se resistía a aprender el alfabeto, y su padre se desesperaba. Muy pronto, el hijo torpe y de cortos alcances se puso nervioso. Gustave se daba cuenta, y eso le hacía doblemente tonto y torpe. Al notar que su familia había descubierto que era un imbécil, se comenzó a apartar de ellos. Se volvió con pasión hacia sus amigos, unos niños que eran todos tan idiotas como él. A uno sobre todo le cogió un afecto enorme: Ernest Chevalier. Era nieto del tío Mignot, que vivía frente al hospital. A veces el tío Mignot sentaba al niño Gustave sobre sus rodillas y le leía pasajes del Quijote. De este modo, Gustave, antes de saber leer, se sintió fascinado por las andanzas del fantasma de La Mancha.
Y así fue cómo al cumplir 9 años le contó sus proyectos a su amigo Chevalier en una carta plagada de faltas de ortografía: «Si quieres que nos asociemos para escrivir, yo escriviré comedias y tú escrivirás tus sueños, y como hay una señora que viene a ver a papá y que siempre nos cuenta tonterías las escriviré».
Acababa de nacer un escritor. Nace este domingo hace exactamente de eso 165 años.
Domingo, 10 de diciembre de 1995.
Enrique Vila-Matas. «El hijo tartamudo. Gustave Flaubert». A: Una vida absolutamente maravillosa. Debolsillo, 2011. P. 403-404.
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Carta de Flaubert a Ernest Chevalier, 31 desembre 1830, gentilesa del Centre Flaubert (Université de Rouen).
À ERNEST CHEVALIER.
[Rouen, 31 décembre 1830.]
[Pléiade : 1 janvier 1831]
CHER AMI,
Tu as raison de dire que le jour de l'an est bête. mon ami on vient de renvoyer le brave des braves la Fayette aux cheveux blancs la liberté des 2 mondes. ami je t'en veirait de mes discours politique et constitutionnel libéraux. tu as raison de dire que tu me feras plaisirs en venant à Rouen sa m'en fera beaucoup. je te souhaite une bonne année de 1831, embrasse de tout ton coeur ta bonne famille pour moi. Le camarade que tu mas envoyer a l'air d'un bon garçon quoique je ne l'ai vu qu'une fois. je t'en verrait aussi de mes comédie. Si tu veux nous associers pour écrire moi, j'écrirait des comédie et toi tu écriras tes rèves et comme il y a une dame qui vient chez papa et qui nous contes toujours de bêtises je les écrirait. Je nécris pas bien parceque J'ai une casse à recevoir de Nogent. Adieu répond moi le plutôt possible.
Adieu ; bonne santé ton ami pour la vie,
Réponse le plutôt possible je t'en prie.
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