I was reared in the garden, you know.
Carta d'Emily Dickinson a Louise Norcross, abril 1859
Herbari de l'Emily Dickinson, a la Houghton Library de la Universitat de Harvard. Aquí el podeu consultar en línia. |
Durante su vida, la poeta Emily Dickinson fue probablemente más conocida por su afición a las plantas y la botánica que por su poesía. En los casi 2 mil poemas que escribió los académicos han encontrado referencias al mundo vegetal y floral en al menos 600 ocasiones y el jardín de sus textos es hogar de hasta 80 variedades, 350 de ellas solamente flores, siendo la rosa el símbolo más frecuente.
A 130 años de su deceso, la Universidad de Massachusetts en Amherst —la ciudad natal de Dickinson— se ha propuesto rendirle homenaje con un proyecto que pretende volver a la vida el jardín donde la poeta pasó largas y felices horas. Según los registros de propiedad el padre de Emily, Edward Dickinson, construyó un invernadero en la propiedad de la familia para sus hijas en 1855. A partir de los 30 años Emily apenas dejó la casa familiar, pasando el resto de su vida dedicada a su poesía y a los macizos de flores como narcisos, crisantemos, jacintos, peonías y lirios.
En una carta a su amiga Abiah Root, Emily escribió: “¿Has hecho ya un herbario? Espero que lo hagas si no lo has hecho, será un tesoro para ti”. Y lo decía con conocimiento de causa: su herbario personal contenía más de 400 plantas, muchas veces clasificadas con sus nombres en latín. Esto nos da una idea de la importancia concreta que Emily daba al mundo vegetal, no sólo como fuente de placer estético sino de conocimiento de los ciclos de la vida, las estaciones y sus procesos.
Según Jane Wald, directora ejecutiva del Museo Emily Dickinson, “se trata de entender cómo era su mundo físico, personal, yuxtapuesto a su inmenso universo de ideas e imaginación. Toda esa creatividad y aguda observación ocurrió justo aquí. Su casa y sus jardines eran los lugares de su laboratorio poético”. Por su parte Judith Farr, autora de The Gardens of Emily Dickinson, piensa que la vocación poética y botánica de Dickinson son inseparables una de la otra y que pueden iluminarse mutuamente, pues los jardines “a menudo le ofrecían las narrativas, tropos, e imágenes que necesitaba”.
Y es que no se trata solamente de un proyecto de jardinería literaria, sino de una forma de leer en sus propios términos la obra de Dickinson: el jardín no fue sólo un espacio de entretenimiento y contemplación, sino el sitio donde tuvieron lugar muchos de sus descubrimientos y experimentos con el lenguaje. El museo planea renovar no sólo el jardín sino también el invernadero adyacente a la propiedad, el cual atraviesa en estos momentos un proceso arqueologico completo que ha durado ya 2 años. El líder de la excavación es Kerry Lynch de los Servicios Arqueológicos de la Universidad, quien ha encontrado las divisiones originales de la época de Emily, así como rastros de la ubicación en donde estuvieron las plantas y flores a las que la poeta se refiere en su poesía como “los hermosos niños de la primavera”. El proyecto podría finalizar y abrirse al público a fines de 2016.
El paraíso recobrado de Emily Dickinson. Faena Aleph. 3|7|2016.
Llegiu també -- -> Emily Dickinson’s Herbarium: A Forgotten Treasure at the Intersection of Science and Poetry. Maria Popova. Brainpickings.
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