3 de junio de 2012
Inka PareiLA LUCHADORA DE SOMBRAS«En aquel entonces compraba casi todos los libros que publicaba Instar. Luego me he perdido un poco»
No recuerdo con exactitud cuándo lo leí —hace años—, pero sí recuerdo bien la sensación de un absoluto y feliz descubrimiento: esta escribe como Dios, pensé. La solapa del libro decía que había nacido en 1967 en Frankfurt, y finalizaba con una frase que no podía pasar por alto: «Con las primeras veinte páginas de su próximo libro, todavía inacabado, ha ganado ya el prestigioso Premio Ingeborg Bachmann.» ¡Bum! Muy a menudo, detrás de frases de este tipo se esconde alguien del departamento de marketing que ese día se levantó con ganas de exagerar un poco. En ese caso, sin embargo, había que admitir que uno abría el libro y lo que allí encontraba era original, potente y, de un modo muy personal, muy bueno.
[...] Así que al final uno termina pensando que vaya talentazo. Se podía haber jurado que a esa de ahí la habríamos tenido durante años brillando en el panorama un tanto anémico de la literatura europea. Y mientras escribo estas líneas, en cambio, debo señalar el hecho de que en realidad ha desaparecido en la nada. No lo digo con satisfacción, lo digo con pesadumbre. Al menos en italiano, nunca más se ha vuelto a ver nada suyo. He descubierto que como mínimo ha escrito otro libro, pero evidentemente nadie en Italia pensó que merecía la pena. Me he obstinado y he ido a buscarla en internet. La he encontrado, aparentemente feliz, recorriendo Nueva Zelanda en furgoneta y escribiendo sus notas de viaje en un blog. Me parece muy bien, cómo no, aunque un poco es como si dentro de unos años me encontrara a Federica Pellegrini haciendo de animadora en un parque acuático.
A lo mejor después, dentro de unos años, Inka Parei reaparece con una obra maestra, quién sabe. Pero mientras tanto aprovecho para soltaros algo a lo que antes o después volveré. Podré equivocarme, pero hoy quien tiene talento para escribir un libro lo tiene también para entender que no vale tanto la pena hacerlo. Quiero decir, lo puedes hacer, pero pocos son los que se dan cuenta, a nadie le apetece hablar de ello, el talento es considerado una falta de elegancia, las novelas un género periférico. La corriente del río arrastra más allá, y son muchos los que tranquilamente deducen que es mejor estar vivo que ser bueno en algo. Después de todo, si es verdad que uno tiene un talento descomunal para escribir, lo tendrá también para hacer bien otras muchas cosas. Con muchas de ellas resulta más fácil tener la sensación de existir realmente, de estar oficialmente vivo. Sé que dicho así suena más bien antipático; sin embargo, es un asunto muy interesante que nada tiene que ver con la melancolía. Volveremos a hablar de ello, lo prometo (y hacedme el gran favor de no malgastar vuestro tiempo pensando que estoy hablando de mí. Gracias).
Alessandro Baricco. Una cierta idea de mundo. Traducció de Carmen García-Beamud. Anagrama, 2020.
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