Un clásico es un clásico no porque se amolde a ciertas reglas estructurales, ni tampoco porque cumpla determinadas condiciones (cuyo autor es harto probable que jamás haya tenido noticia de ellas). Es un clásico en razón de una cierta frescura eterna e irreprimible.
Ezra Pound. El ABC de la lectura. Traducció de Miguel Martínez-Lage. Fuentetaja, 2000. P. 21.
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