Se suele decir que Flaubert enseñó a escribir a Maupassant. Cada vez que Maupassant volvía de dar un paseo, Flaubert le pedía que describiera a una persona, a un portero al que ambos iban a encontrarse en su próximo paseo, y que lo hiciera de tal modo que Flaubert reconociera y no confundiera con otro al portero que Maupassant le había descrito.
Ezra Pound. El ABC de la lectura. Traducció de Miguel Martínez-Lage. Fuentetaja, 2000. P. 71.
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