dissabte, 21 de juny del 2025

paulo coelho


EL QUE SIEMBRE UNA PLANTA, LA CULTIVE HASTA QUE MADURE Y RECOJA LOS FRUTOS SERÁ PREMIADO

Paulo Coelho, autor cuyos libros devoran millones de personas por todo el mundo, es un candidato perfecto tanto para santo, profeta, escritor, misionero, benefactor, político sin Estado, como para sabio, gurú y filósofo global. Coelho es un ejemplo singular de autor que cumple todos los criterios y los criterios de toda la gente; como a los profetas más grandes, se lo respeta igualmente en todos los continentes y en todos los husos religiosos; es el líder espiritual tanto de personas famosas como anónimas, de ricos y de pobres, de jóvenes y de mayores.

La biografía de Coelho está repleta de detalles que lo encaminan a profeta y estrella. Como un joven rebelde, Coelho estuvo tres veces en un hospital psiquiátrico, internado allí por sus propios padres por haber expresado su deseo de ser escritor. El joven Coelho se escapó de la clínica y continuó llevando una vida nada convencional de hippie, escribió letras para música pop y cómics (trabajo que le proporcionó bastante dinero). Después de la fase hippie, hizo caso a sus padres y llevó una vida de hombre adaptado (lo interesante es que también esa fase era lucrativa). Un año se vino a pasar las vacaciones a Europa, donde —durante la visita al campo de concentración de Dachau— tuvo una visión impactante, la figura de un hombre desconocido. Dos meses después, en Ámsterdam, en un bar, Coelho se encontró realmente con el hombre de su visión. El hombre, cuya identidad el autor nunca ha revelado, le aconsejó que se hiciera católico y peregrinara a Santiago (de Compostela). Coelho le haría caso al desconocido, dejaría un empleo fijo y más tarde describiría su peregrinaje en el libro El peregrino de Compostela (Diario de un mago). Ese primer libro obtuvo enseguida un enorme éxito de ventas.

Hoy el famoso Coelho envía a diario a sus creyentes unos mensajes cortos por internet y todos los años en Navidad escribe un relato navideño y lo divulga por todo el mundo. «Ser escritor —dice Coelho— es compartir tu amor a través de los libros.»

Quien consulte la página web de Coelho encontrará muchas cosas interesantes: entrevistas de Coelho, grabaciones audio (que le permitirán escuchar la voz de Jeremy Irons leyendo textos de Coelho), fotos (en las que aparece Coelho recibido en todas partes por masas emocionadas, por líderes laicos y religiosos, como el papa Juan Pablo II). En su papelería virtual uno puede comprar recuerdos, cuadernos, agendas con mensajes de Coelho («Comienza cada día del año con palabras de Paulo Coelho»), antologías de Coelho («Lea las palabras de la sabiduría universal recopiladas por Paulo Coelho»), discos compactos y juegos de internet (Peregrino). En la página, uno encuentra datos sobre el Instituto Paulo Coelho, que atiende a niños pobres en Brasil, informes detallados sobre las peregrinaciones de Coelho, noticias sobre la participación de Coelho en conferencias mundiales, desde aquella en Davos hasta una dedicada al propio Coelho (celebrada en Atenas, reunió a cuatro mil personas mientras que otros miles se quedaron fuera por falta de espacio en la sala), así como datos sobre las traducciones de Coelho y los ejemplares vendidos. Para que uno no se lleve la impresión equivocada de que todo eso gira en torno al dinero y la promoción de autor, existe también un rincón para meditaciones, donde se puede meditar contemplando reliquias de santos (¡de todas las confesiones!) elegidos por el propio Coelho.

Paulo Coelho, guerrero de la luz, es un fenómeno sin igual en nuestra cultura religioso-estelar moderna. Sus libros, sencillos, claros y sinceros, son la ceniza vibhuti, una amalgama de todas las religiones y una macedonia de diferentes creencias. Paulo Coelho es un profeta moderno, el gran mago de la acupuntura espiritual que estimula inequívocamente los puntos acupunturales de millones de personas, al margen de sus convicciones religiosas.

La reflexión literaria no es el lado fuerte de Coelho, cosa que, en realidad, tampoco le hace falta. Porque los escritores megapopulares lo son precisamente porque ofrecen a sus lectores la ilusión de que la escritura le puede pasar a cualquiera («Cuenta tu historia, diles a todos que es posible y los demás se sentirán con valor para escalar sus propias montañas», escribe Coelho). Por eso Coelho recurre mucho a metáforas de corazón (escribe desde el corazón), de los espacios «religiosos» (montaña y desierto) o a metáforas de almanaques populares. «Tanto en la literatura como en el amor, el proceso creativo tiene que seguir el ciclo de la naturaleza», dice Coelho. Y aquel otro jardinero ficticio, el inolvidable Mr. Chance (de la película Bienvenido, Mr. Chance, basada en la novela y el guión de Jerzy Kosinski) podría añadir: All is well —and all will be well— in the garden.


Dubravka Ugrešić. «Opio». A: No hay nadie en casa. Traducción de Luisa Fernanda Garrido Ramos y Tihomir Pištelek. Anagrama, 2009. P. 212-214.


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