Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris La casa de la alegría. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris La casa de la alegría. Mostrar tots els missatges

dijous, 24 de maig del 2012

del te fort a la viagra passant per auschwitz



Ai aquests clubs de lectura, que fan que acabis ullerós una vigília de Sant Jordi tot intentant entrar a les grans mansions novaiorqueses d'ara fa un segle a força de mirar pels espiells!

Com que, pel damunt de tot, acabem sent lectors de la biblioteca que volem, feia anys i panys que no m'abocava a unes pàgines tan farcides de "forts batecs del cor" com les de The House of Mirth de l'Edith Wharton; i que consti que, proclamant  una falta absoluta d'entrenament en lectura sentimental, no vull dir que em consideri un home insensible i corsecat.
Deixeu-m'ho dir: I que poc carnal era, encara, el seu sentimentalisme! I quin esclavatge suposava el fortificat codi social de la casta dominant que ens retrata (hereva, com bé ens recorda, de l'emigració puritana)! També queda clar que, si avui encara ens aboquem a les enutjoses trifulgues d'aquella societat d'ambiciosos, és per a descobrir-hi indicis de canvi. Una possible evolució que, des de la seva condició d'infiltrada, l'Edith Wharton propiciava amb fines eines literàries.

En aquest punt no podia deixar d'associar-la a l'obra d'Erich Salomon. Els procediments de la Wharton (tant pel fons crític del mètode, com per la forma: una iconografia concisa d'aquella alta societat), no estan lluny dels del fundador del fotoperiodisme...
Imaginem-lo pels salons de primera d'un gran transatlàntic, després d'haver disposat una discreta càmera d'alta lluminositat accionable a distància, i acostant-se a l'escena a fi d'agençar-la, amb subtilesa i segons les seves intencions, abans de disparar.
Potser sí que havien passat vint anys entre l'un i l'altra -un lapse insignificant pel conservadorisme del poder-, però jo hi veig afinitats.
Bé, de coses sí que n'havien passat... Perquè, abandonat pels mateixos que ell havia elevat fins l'olimp de les grans revistes il·lustrades, Erich Salomon i tota la seva família acabarien als crematoris d'Auschwitz.

Queda tot un altre pla de reflexió sorgit de la novel·la, el de la complexitat (compartida amb els grans simis) de la nostra dependència social.
M'estalviaré el grapat d'experiències viscudes del joc -permanent i canviant- de fílies i fòbies, d'excitants adscripcions i cruels refusos, de capelletes i d'antagonismes...,  del mateix joc que qualsevol, sigui poeta, artista, frare o aturat, i des de l'escola bressol en endavant, pot anar acumulant al cap dels anys. I, tot i que en res difereixin de les nostres, a qui -de tant en tant- no li plau saber de grans penúries quan afecten a aquells que han vist passar la vida rere els finestrals del Círculo Ecuestre? Com la d'aquell campió  -de jove dels esports i dels negocis de gran- que va acabar marxant d'amagatotis -embolicat amb una catifa- del carrincló hotel on havia mort de sobredosi de viagra.

Aquí, i respecte al món Wharton, hom hi detecta, si no un progrés sí un canvi. La hipocresia pot ser la mateixa però la carn ara queda més al descobert.














dilluns, 14 de maig del 2012

la gènesi (i l'eclesiastès, ja posats)


"El destino me había situado en Nueva York, y mi instinto de narradora me aconsejaba utilizar el material que tenía más a mano y que más familiar y propio me era.
[...] El problema era cómo dar a un tema semejante la típica significación humana que constituye el motivo de que un narrador cuente una historia con preferencia a otra. ¿En qué aspecto podría decirse de una sociedad de irresponsables buscadores de placeres que tenía, con relación a los eternos "males del mundo", alguna relevancia mayor de la que las personas que componían aquella sociedad imaginaban? La respuesta era que una sociedad frívola puede adquirir significación dramática sólo a través de lo que su frivolidad destruye. Su implicación trágica reside en su poder para envilecer a personas e ideales. La respuesta, en suma, era mi heroína, Lily Bart.

Una vez hube comprendido aquello, el relato se precipitó hacia su clímax. Yo ya tenía ideas definidas sobre cómo debía ser visto, y desde qué ángulo, un determinado tema; mis dificultades estribaban en que la historia arrastraba entre sus hilos tantos temas subordinados que mostrar su conexión orgánica con la cuestión principal, evitando al mismo tiempo que se apelotonasen en primera línea, era una tarea sumamente dura para una principiante. La novela estaba prometida ya al Scribner's Magazine, aunque no se había fijado fecha de entrega, y entre mi insatisfacción crítica con el trabajo y las distracciones de una vida activa y hospitalaria, repleta de amigos y viajes, lecturas y trabajos en el jardín, yo había dejado pasar los meses sin realmente abordar el tema. Y entonces, un día, el señor Burlingame vino a sacarme de apuros pidiéndome que yo le sacase a él. Una novela que debería haber precedido la mía en la revista no estaría terminada a tiempo, y se me rogaba que la sustituyera. Los primeros capítulos de mi relato debían aparecer casi enseguida, ¡y habría que completarla en cuatro o cinco meses! Yo siempre he sido una trabajadora lenta, entonces era además muy inexperta, y se me sometía a la prueba más severa a que puede enfrentarse un novelista: mi novela estaría expuesta al comentario público antes de que yo la hubiese conducido al clímax. Lo que éste debía ser lo sabía ya antes de empezar. Mi última página está siempre latente en la primera; pero los recovecos intermedios del camino sólo se dibujan a medida que escribía, ¡y ahora se me pedía que los recorriese al galope antes incluso de haberlos esbozado! Yo había calculado dedicar otro año o año y medio a la tarea, en lugar de lo cual se me requería para que la terminase en menos de seis meses; y nada salvo "la mano de Dios" podía interrumpir mi trabajo, puesto que los primeros capítulos estarían ya en prensa.

Mis vacilaciones duraron un día, y a continuación acepté y me apliqué con empeño al trabajo; y de todos los amistosos favores que Burlingame me ha hecho en la vida, exigirme aquel esfuerzo fue indudablemente el que más me ayudó. No sólo me dio lo que más me faltaba, confianza en mí misma, sino que me encauzó hacia la disciplina de la labor diaria, aquella inescrutable "inspiración de la mesa de escribir" que Baudelaire, el más agudo y desinhibido de los genios, pregonaba con la misma insistencia que Trollope. Cuando los primeros capítulos aparecieron yo había escrito apenas cincuenta mil palabras; pero persistí, y terminé y entregué mi novela a tiempo.

Era bueno transformarse de una aficionada sin rumbo en una profesional; pero esto no fue nada comparado con el efecto que tuvo sobre mi imaginación el esfuerzo sitemático diario. Yo era realmente como Saúl, el hijo de Kish que partió en busca de un asno y regresó con un reino: el reino del dominio de mis herramientas. Recuerdo que, cuando el libro estuvo listo, me dije: "Todavia no sé como se escribe una novela; pero ya sé cómo se aprende a hacerlo."


Edith Wharton. Una mirada atrás. Traducció de Jordi Gubern. RBA, 2004. P. 166-168.
 

***
The House of Mirth es va publicar per entregues a la revista Scribner's Magazine de gener a novembre de 1905. L'octubre del mateix any s'edità en format llibre. A finals de desembre ja se n'havien venut 140.000 còpies.

***
A la biblioteca de la Universitat de Yale es conserven les dues versions de la novel·la anteriors a l'edició definitiva. Una es titula A Moment's Ornament (el títol prové d'un vers del poema "She was a phantom of delight" de Wordsworth) i, l'altre, The Year of the Rose. El títol definitiu, The House of Mirth fa referència a l'Eclesiastès (7:4):

 The heart of the wise is in the house of mourning; but the heart of fools is in the house of mirth.
(El cor dels savis és a la casa del dol, i el cor dels folls és a la casa de la festa)

Els editors van voler incloure la cita en la portada, però Edith Wharton s'hi va negar.



dimecres, 2 de maig del 2012

angel of devastation



Si la recurrencia de esta fecha es más que una coincidencia –como creo yo que lo es- entonces supongo que la extraña mujer que subió por el camino hasta Whitegates en vísperas del Día de las Ánimas del Purgatorio era un “espectro” o bien, y esto es lo más probable y lo más alarmante, una mujer viva habitada por una bruja. La historia de la brujería, como se sabe, abunda en ejemplos de estos, y es muy posible que los poderes dominantes en estos asuntos hubiesen delegado en una mensajera así la tarea de convocar a Agnes y a sus compañeras de trabajo a una “junta de brujas” a medianoche, en algún paraje solitario vecino. Para saber lo que sucede en estas reuniones, y la razón de la irresistible fascinación que ejercen sobre los timoratos y los supersticiosos, basta con dirigirse al extenso cuerpo de la literatura que se ocupa de estos misteriosos ritos. Aparentemente cualquiera que haya sentido la más mínima curiosidad de asistir a una junta de estas descubre más temprano que tarde que su curiosidad se ha convertido en deseo, y este en un anhelo incontrolable que, llegada la oportunidad, supera todas las inhibiciones; pues aquellos que han participado en una junta de brujas moverán cielo y tierra para participar de nuevo.
 **

Este párrafo es uno de los últimos del cuento “All Souls” [Ánimas benditas], uno de los mejores cuentos de fantasmas en inglés y el último que ella envió a su editor antes de morir. Los fantasmas de Edith Wharton se parecen a sus personajes vivos en que están simultáneamente ausentes y presentes, excepto Undine Spragg, la muy presente protagonista de Las costumbres del país [The Custom of the Country].

Wharton detestaba que la llamaran la Henry James femenina, y su aprecio por el logro de Proust superaba con creces la estimación que sentía por James. Aunque Wharton y James eran buenos amigos (aunque no muy íntimos), ella pensaba que sus novelas más importantes eran ilegibles y él llegó a sentirse agraviado, incluso a temer su “energía enloquecedora y desoladora, arrasadora, quemante y destructiva...el ángel de la Devastación”.

La fuerza vital de Wharton era extraordinaria y aumentaba año tras año. “All Souls” ofrece un buen contraste con “The Jolly Corner” [El rincón feliz], de James: mientras que este es una parábola de la vida no vivida, en aquel siempre se sobreentiende la existencia de una orgiástica realidad subyacente, lista a romper en cualquier momento las superficies sociales de la existencia.

El genio de Edith Wharton es vitalista: es una escritora profundamente sexual y sus cuentos y novelas insinúan sutilmente un realismo erótico más fuerte aun por ser implícito. Tenía el gran don de escribir sus obras de ficción como si las hubiera vivido, con más pasión incluso de la que expresan abiertamente.

Harold Bloom. "Edith Wharton" A: Genios: un mosaico de cien mentes creativas y ejemplares. Anagrama, 2002. P. 745

dimarts, 1 de maig del 2012

l'alegria de la wharton

Tercera filla de George Frederic Jones i Lucretia Stevens Rhinelander, Edith Newbold Jones vingué al món el 24 de gener de 1862 al número 14 de la West 23rd Street de Nova York. Cresqué envoltada de l'aura aparentment frívola i luxosa que vivia l'alta societat d'aquesta ciutat a la darreria del segle XIX.
Amb quatre anys, el 1866, la família Jones fugí cap a Europa en patir greus revessos econòmics per la guerra civil americana.
Durant sis anys rodaren per paisatges, ciutats i pobles de França, Itàlia, Alemanya, Espanya i altres racons europeus. En tornar a Nova York, el 1872, Edith Jones continuà alimentant el delit per la cultura europea per mitjà de la biblioteca del pare. Des dels clàssics als moderns, s'empassà gran part de la literatura, la història i la filosofia del vell continent. El 1878 la mare li edità els primers versos privadament. Deu anys després, la revista Scribner's Magazine li publicà el primer conte, "Mrs. Manstey's view".
El 1880 la família Jones retornà a Europa a causa de la salut del patriarca, que morí a Cannes dos anys més tard. Mare i filla regressaren als Estats Units i el 1885 Edith Jones contragué matrimoni amb Edward Robbins Wharton, aristòcrata bostonià deu anys més gran que ella. Durant dues dècades dividiren el temps entre estades a les cases de Nova York, Newport i, venuda aquesta darrera, Lenox, i viatges substancials a Europa, preferentment a Itàlia, França i Anglaterra. D'entrada visqué d'acord amb les tradicions socials de la vella Nova York. La manca d'estímuls intel·lectuals, però, la portà a crear nous cercles d'amistats: la de l'arquitecte Ogden Codman Junior, amb qui el 1897 va escriure el seu primer llibre, The decoration of houses, fou la més significativa.
El marit aviat començà a patir trastorns mentals, que el 1902 desembocaren en un col·lapse total. Edith Wharton va combatre el dissortat matrimoni amb l'escriptura: a partir de 1902, amb The valley of decision, la primera novel·la llarga, publicà un llibre per any. Entre estada i estada a Itàlia, s'inicià en la literatura de viatges amb Italian Villas and their gardens (1903) i Italian backgrounds (1905). A partir de 1904, punt d'inflexió en la vida dels Wharton perquè deixaren de fer la peregrinació anual italiana i començaren a explorar terres franceses, l'autora començà a sentir Europa casa seva i, Amèrica, una terra estranya. Després de sortir a la llum The house of mirth el 1905, primer bestseller amb què inaugurà una sèrie de comèdies de costums basades en la societat novaiorquesa, el 1906 els Wharton passaren uns mesos a París amb Henry James, amb qui el 1907 viatjaren en cotxe per la geografia francesa més desconeguda. El mateix any la revista Atlantic Monthly li edità en fascicles aquesta intensa experiència i la bella apologia que féu del paisatge francès. El 1908 l'editorial Scribner's li edità els articles compilats a A motor-flight through France.
Entre baralles i depressions, a l'estiu de 1911 els Wharton decidiren separar-se. Pel novembre del mateix any vengueren la casa The Mount i l'autora es traslladà a França, on residí fins als darrers dies. Només en dues ocasions retornà als Estats Units: la primera, el 1913, per assistir al casament de la seva neboda Max Farrand i, la segona, el 1923, per rebre un doctorat honorífic de la Universitat de Yale, que avui acull el llegat literari de l'autora. Els anys abans i després del divorci es caracteritzen per la multitud de viatges amb amics i amigues com Mary i Bernard Berenson, Walter Berry, Henry James, Howard Sturgis...entre d'altres.
[...] No fou mai, sens dubte, un cim de modernitat com algunes de les seves contemporànies (Charlotte Perkins Gilman o Gertrude Stein, per exemple). Amb tot, els seus retrats en estat pur de ciutats i paisatges la convertiren en una notària ambiental i social de primer ordre.

Pilar Godayol. "Edith Wharton (1862-1937) i el devastat front francès". A: Viatgeres i escriptores. Eumo, 2011. P. 126-128.