dimarts, 15 d’octubre del 2024

de biblioteques i bibliotecaris

 

[...] La biblioteca puede alterar su función con el paso del tiempo al igual que puede cambiar lo que los demás le exigimos. Las bibliotecas son unas instituciones tan antiguas que han visto nacer y sucumbir civilizaciones, han sobrevivido a profundos cambios sociales y culturales, por lo que no tiene nada de extraño que de vez en cuando sufran una cierta crisis de identidad. Han sido de todo, tal vez demasiadas cosas en un espacio de tiempo relativamente pequeño: templos, museos, almacenes, gabinetes de curiosidades, lugares de estudio, colecciones, instrumentos de construcción nacional y ahora parecen simples nodos de una red ilimitada...

[...] La biblioteca del futuro será, ya lo es, en buena medida digital, multimedial, nudos de accesibilidad a bases de datos, servidores de conexión universal, pero no parece que vaya a disolverse en la pura virtualidad; seguirá habiendo libros y lugares para leerlos. Con esto no expreso ni un deseo ni una nostalgia. Hay en ello también una razón de «economía» de la búsqueda. Nuestras clásicas bibliotecas materiales no se disolverán en la biblioteca virtual universal por una razón de economía, pero no de dinero, sino de atención y tiempo. La inmaterialidad y fluidez de la información digital no exige espacio físico, pero reclama tiempo. Las bibliotecas y los lectores se han enfrentado siempre a las limitaciones del espacio, a la dificultad de hacer un lugar para todo lo que parece digno de ser conservado; en el universo digital el límite más obstinado tiene que ver con el tiempo, concretamente con el que podemos emplear para leer lo que merece ser leído, un tiempo limitado que nos sigue obligando a seleccionar y a que haya mecanismos, instituciones y profesionales que nos faciliten esa selección. Esta será la tarea fundamental de las bibliotecas y sus profesionales del futuro.

[...]  ¿De qué modo influye todo esto en el oficio bibliotecario? ¿Qué podemos esperar de quines se dedican a ello?

En una época de austeridad, preguntarse para qué sirve un bibliotecario tiene inevitablemente aires de amenaza. El mero hecho de plantear esa pregunta parece el preámbulo de algún recorte. Recuerdo haber leído que en Reino Unido se procedió hace años a examinar la organización de su ejército y sus posibles disfuncionalidades. Quien hacía el estudio descubrió que junto a sus baterías de costa había siempre dos soldados que no hacían nada, pero que estaban previstos desde siempre para sujetar a los caballos cuando se asustaran por el ruido del disparo, y allí continuaban aunque hacía mucho tiempo que habían desaparecido los caballos de esas instalaciones militares. Los cambios, las máquinas y los nuevos procedimientos siempre han suscitado el temor de la propia inutilidad. [...] Pienso, por el contrario, que la mejor defensa que puede hacerse del propio oficio, cuando la aceleración de las cosas amenaza con volverle a uno completamente intútil, consiste en descubrir qué puede hacerlo necesario en las nuevas circunstancias.

Por lo demás, tratándose de un oficio tan antiguo, no tiene nada de extraño que quienes trabajan como bibliotecarios y bibliotecarias se vean asediados por una perplejidad paralela a las transformaciones que han ido experimentando las propias bibliotecas: han sido sacerdotes, soldados, funcionarios, almacenistas, virtuosos de las nuevas tecnologías...Los bibliotecarios han tenido que ir reinventando su oficio en múltiples ocasiones: cuando se secularizaron muchas instituciones, con la llegada de la Ilustración, al surgir la moderna división del trabajo, cuando se especificó su profesión y dejaron de ser al mismo tiempo escritores y académicos, cuando los pusieron al servicio del Estado como funcionarios...

[...] Hay una contradicción en el oficio bibliotecario, un equilibrio inestable que siempre me ha parecido digno de admiración: conseguir que los libros sean asequibles y protegerlos del daño que pueden causarles sus lectores. Pero hay otra aparente contradicción que todavía resulta más extraña, seducidos como estamos por la posibilidad de que el mundo se organice sin mediaciones: están al servicio de la accesibilidad, pero para hacerla real tienen que reducir su alcance. Cuando un bibliotecario o una bibliotecaria alejan o esconden ciertos libros para que otros nos resulten más accesibles, cuando seleccionan, destacan o recomiendan, formalmente están haciendo algo muy parecido a lo que pretendieron los enemigos de los libros, pero así consiguen lo contrario que aquellos fanáticos: protegen el libro de los saqueadores y nos protegen a nosotros de su excesiva cantidad.


Daniel Innerarity. La sociedad del desconocimiento. Galaxia Gutenberg, 2024. P. 122-128.


dilluns, 14 d’octubre del 2024

ulisses contra el ‘bullying’de la masia


DAVID VIDAL CASTELL
Ulisses contra el ‘bullying’de La Masia
Arallegim
25|3|2023


Si convenim que l'exercici de la literatura ofereix possibilitats terapèutiques, en pocs llibres les trobarem tan clarament expressades com en la novel·la de Joan Jordi Miralles Triomfador. Miralles, autor consolidat amb novel·les com L'Altíssim (2005) o Aglutinació (2018), va passar La Masia com a jugador de les categories inferiors del Barça de bàsquet als 90. Allí va ser testimoni d'abusos i assetjaments, com diu en el llibre, putades de tots colors que avui tindrien conseqüències penals. La Masia del més que un club, tan cofoi dels seus valors formatius, era un can pixa i rellisca, on els nanos, bombes de testosterona, campaven sense control.

A Miralles li ha costat deu anys acabar aquest llibre, i té tot el dret d'aclarir que ha escrit una novel·la, "una ficció amb coneixement de causa" (sic) que no es pot llegir amb les ulleres del present. Tanmateix, en un país amb denúncies obertes per abusos en categories formatives a tenistes, gimnastes o nedadores, ens cal la literatura, precisament, perquè identifica i denuncia els fonaments d'aquesta violència estructural en l'esport.

Instint de supervivència

El protagonista de la història que ordeix Miralles es diu Ulisses, i en el nom hi és tot: la història és un viatge que comença i acaba al mateix parc de Manresa, una peculiar Ítaca on al darrer capítol hi troba una Penèlope. El relat segueix l'esquema d'auge i caiguda, disposat en una trama isocrònica en present i amb un ritme vertiginós. Comença amb flaixos familiars de la infantesa del protagonista i el seu sorprenent fitxatge pel Barça. Els déus de l'Olimp blaugrana l'acullen a La Masia i comença, doncs, una Odissea, amb descens als inferns, lluites, polifems, lotòfags i cants de sirenes —les prostitutes del Camp Nou—. Tot acaba despertant en Ulisses un instint de supervivència ferotge. "He deixat de tenir l'edat que tenia", anuncia cap al final d'aquest viatge.

La història l'explica un omniscient neutral amb poques digressions, que afavoreix la velocitat de la trama, ben matisat per un ús destre de l'estil indirecte lliure que ens apropa la vida interior de l'Ulisses. L'estil privilegia la versemblança dels idiolectes adolescents però fa concessions a un lirisme contingut i efectiu. La intensitat del ritme comporta, tanmateix, que en ocasions l'Ulisses canvïi d'estat d'ànim i de condició expeditivament, i que els personatges secundaris siguin esquemàtics.

La novel·la planteja què estem disposats a suportar per assolir l'èxit, i quin sentit té l'educació si això no és possible. És, per tant, una variant del gènere de la bildungsroman, o novel·la de formació, no gaire diferent, en aquest sentit, de les fundacionals Jakob von Gunten de Robert Walser o Les tribulacions del jove Törless de Robert Musil. També és una valuosa aproximació al gènere de la novel·la esportiva, de la qual tenim tan pocs exemples a casa nostra. Open (Duomo), les memòries d'André Agassi escrites per J.R. Moehringer, ha de ser, en aquest cas, una referència, però també les importants trames sobre l'esport formatiu d'elit en novel·les d'autors com Tom Wolfe —a Soc la Charlotte Simmons, també amb bàsquet— o com David Foster Wallace, amb el tenis.

Atès que el llibre al·ludeix a persones amb nom i cognoms —precisament les que en surten més ben parades: Aíto, Galilea, Jordi Cruyff—, una qüestió rellevant és la de la veracitat. Quant de tot plegat va veure o viure Miralles? Qui ho ha conegut, identificarà aquesta rauxa testosterònica desenfrenada, les afaitades d'ous, les dutxes vestits, les putades nocturnes, el maricon o nena amb què l'entrenador t'insulta. ¿Va ser estructural, aquesta violència? Potser el Barça dels valors ens en podria dir alguna cosa.

diumenge, 13 d’octubre del 2024

el cas hamlet


Me gustaría ahora volver a Hamlet, el dandy epigramático y enlutado que, como Scharlach, también quiere vengarse (mejor sería decir es obligado a vengarse).

Luego del encuentro crucial con el fantasma de su padre, Hamlet, como hemos dicho, entra con un libro en la mano. Shakespeare hacía muy pocas acotaciones, pero desde las primeras ediciones figura la precisión: «Hamlet entra leyendo un libro.»

Desde luego, uno se pregunta si está realmente leyendo o está fingiendo que lee. La cuestión es que se hace ver con un libro. ¿Qué quiere decir leer en ese contexto, en la corte? ¿Qué tipo de situación supone el hecho de que alguien se haga ver leyendo un libro en el marco de las luchas de poder?

No sabemos qué libro lee, y tampoco interesa. Más adelante, Hamlet descarta la importancia del contenido. Polonio le pregunta qué está leyendo. «Palabras, palabras, palabras», contesta Hamlet. El libro está vacío; lo que importa es el acto mismo de leer, la función que tiene en la tragedia.

Esta acción une los dos mundos que se juegan en la obra. Por un lado, el vínculo con la tradición de la tragedia, la transformación de la figura clásica del oráculo, la relación con el espectro, con la voz de los muertos, la obligación de venganza que le viene de esa suerte de orden trascendente. Por otro lado, el momento antitrágico del hombre que lee, o hace que lee. La lectura, ya lo dijimos, está asimilada con el aislamiento y la soledad, con otro tipo de subjetividad. En ese sentido, Hamlet, porque es un lector, es un héroe de la conciencia moderna. La interioridad está en juego.

La escena en que Hamlet entra leyendo es un momento de paso entre dos tradiciones y dos modos de entender el sentido. Bertolt Brecht —que era, por supuesto, un gran lector, uno de los más grandes—, en el Pequeño organon para el teatro, que escribe en 1948, anota que Hamlet es «un hombre joven, aunque ya un poco entrado en carnes, que hace un uso extremo ineficaz de la nueva razón, de la que ha tenido noticias a su paso por la Universidad de Witenberg». Hamlet viene de Alemania, viene de la universidad, y Brecht ve allí la primera marca de la diferencia. «En el seno de los intereses feudales, donde se encuentra a su regreso, este nuevo tipo de razón no funciona. Enfrentado con una práctica irracional, su razón resulta absolutamente impráctica y Hamlet cae, trágica víctima de la contradicción entre esa forma de razonar y el estado de cosas imperante». Brecht ve, en la tragedia, la tensión entre el universitario que llega de Alemania con nuevas ideas y el mundo arcaico y feudal. Esa tensión y esas nuevas ideas están encarnadas en el libro que lee, apenas una cifra de un nuevo modo de pensar, opuesto a la tradición de la venganza. La legendaria indecisión de Hamlet podría ser vista como un efecto de la incertidumbre de la interpretación, de las múltiples posibilidades de sentido implícitas en el acto de leer.

Hay una tensión entre el libro y el oráculo, entre el libro y la venganza. La lectura se opone a otro universo de sentido. A otra manera de construir el sentido, digamos mejor. Habitualmente es un aspecto del mundo que el sujeto está dejando de lado, un mundo paralelo. Y el acto de leer, de tener un libro, suele articular ese pasaje. Hay algo mágico en la letra, como si convocara un mundo o lo anulara.

Podríamos decir que Hamlet vacila porque se pierde en la vacilación de los signos. Se aleja, intenta alejarse, de un mundo para entrar en otro. De un lado parece estar el sentido pleno aunque enigmático de la palabra que viene del Más Allá; del otro lado está el libro. En el medio, está la escena.


Ricardo Piglia. El último lector. Anagrama, 2005. P. 36-38.


dissabte, 12 d’octubre del 2024

llegir és perillós


MIGUEL ÁRIZ
Entra a robar en una casa, encuentra un libro interesante, se pone a leerlo y se lía
Noticias de Navarra
6|10|2024


Leer es uno de los placeres favoritos para muchas personas, ya que ofrece esa posibilidad de abstraerse del estrés diario o de los problemas para vivir otras vidas, conocer nuevas historias o aprender de lo que sea en cualquier sitio. Pero esa abstracción no es recomendable en todas las situaciones. Por ejemplo, si tienes algo urgente que hacer y no estás en el lugar adecuado.

Que se lo digan a un ladrón, el protagonista de una historia que sucedió hace unas semanas en Italia, que no puede ser más surrealista y que ha provocado muchas risas en ese país. Ocurrió en la ciudad de Roma, en el barrio de Prati. Según reflejan diversos medios transalpinos, el hombre, de 38 años, había trepado por la fachada de un bloque de edificios hasta conseguir alcanzar un balcón y entrar en uno de los apartamentos con la intención, según todo hacía indicar, de perpetrar un robo.

Pero no contaba con que un libro se podría interponer en su camino. Al entrar a una de las habitaciones del piso, su curiosidad le hizo mirar qué libros había allí y encontró un ensayo de Giovanni Nucci titulado Gli dei alle sei. L'Iliade all'ora dell'aperitivo (Dioses a las seis. La Ilíada a la hora del cóctel). Parece que le interesó mucho esa obra, que hace un análisis de la mitología griega, porque se tumbó en la cama que había en la habitación y se puso a leerlo, olvidándose de que estaba en una casa ajena a la que había accedido por el balcón y que le podían descubrir en cualquier momento.

La vivienda no estaba vacía, y si bien hasta entonces el presunto ladrón había pasado desapercibido, el propietario, un hombre de 71 años, escuchó ruidos en su dormitorio que le hicieron acercarse con cuidado y comprobar que había un desconocido tumbado en su cama leyendo uno de sus libros. Inmediatamente llamó a la Policía, que no tardó en llegar.

El hombre seguía en la cama leyendo y fue detenido sin oponer ninguna resistencia. De hecho, trató de defenderse asegurando a los agentes que no tenía ninguna intención de robar, sino que únicamente había accedido a la casa para poder descansar después de haber sufrido una caída. Eso sí, su alegato perdió toda la credibilidad al encontrarse junto a él una bolsa llena de ropa de marca que presuntamente había robado horas antes en otro domicilio al que había entrado.


Entra in un appartamento per rubare, ma si mette a leggere il libro “Gli dèi alle sei. L’Iliade all’ora dell’aperitivo”. La Repubblica. 21|8|2024.


divendres, 11 d’octubre del 2024

dijous, 10 d’octubre del 2024

gladiadors de segona


JULIÀ GUILLAMON
Gladiadors de segona
Cultura|s La Vanguardia
29|1|2023


El protagonista, un noi de catorze anys, l’acaben de convocar a la Selecció Catalana. “Però aquests èxits signifiquen poc en un lloc com La Masia –llegim–, on les veritables gestes només pertanyen a l’àmbit del futbol. Els jugadors de bàsquet no passen de ser una espècie de gladiadors de segona o tercera categoria. Tenen dret a menjar, dormir i gaudir de les instal·lacions, però no pas a inscriure el seu nom amb lletres daurades als annals del club”. Joan Jordi Miralles (Osca, 1977) ha escrit una novel·la d’escàndol sobre els abusos en l’esport formatiu, a partir de l’experiència personal de quatre anys a la pedrera del Barça i de viure a La Masia, el centre de formació de jugadors, que en la novel·la presenta com un campi-qui-pugui on hi passa de tot. Principalment humiliacions i quintades, per part dels més veterans, futbolers, sobre els novells, jugadors jovenets, de bàsquet: aquesta “espècie de gladiadors de segona o tercera categoria” que esmenta en el fragment que he citat. És un llibre explosiu perquè d’histò­ries càustiques del món de l’esport se n’ex­pliquen ben poques i del nostre entorn immediat, cap. Caldria anar a buscar l’Open d’Andrea Agassi per trobar un llibre despullat, trist i de denúncia sobre un tema –l’esport d’elit– que ocupa tantes hores de notícies i tant de paper passat per la rotativa.

Miralles té un estil escairat, una mica telegràfic, i la història està explicada a un ritme ràpid, acumulatiu, com un xàfec de mastegots. L’anècdota inicial del hàmster que es menja les seves cries no em sembla un bon començament. Crec que ho condiciona tot massa: des de les primeres pàgines ens introdueix en un món hostil, bestial i fastigós que, més endavant, anirà desenvolupant amb anècdotes del temps de La Masia (quan obliguen un dels nous a vomitar i menjar-se el vòmit o quan explica el ritual de la sodomització en colla). Aquesta part és forta i, per dir-ho amb un tòpic, d’una fredor quirúrgica.

Miralles denuncia el desgovern de La Masia dels anys noranta, on només un cuiner i vigilant té cura del que passa a les nits, on ningú vigila ni evita que es produeixin els abusos. Els estudis, primer en una acadèmia i més tard en un institut, van pel pedregar. Al voltant del Camp Nou, que Miralles descriu com un monstre voraç, hi ha un descampat de prostitució i els nanos de hi entren hi surten, tenen relacions sexuals amb les prostitutes i els transvestits i una de les parts del llibre té a veure amb la por del protagonista, Ulisses, d’haver-se encomanat de la sida. Som a l’any 1992 i fa poc se sap el cas de Magic Johnson.

Hi apareixen, descrits de manera respectuosa, Jordi Cruyff, Pep Guardiola, Aito García Reneses i José Luís Galilea, el base del primer equip, que porta el noi, menor d’edat, a una discoteca on té una de les seves primeres experiències amb una noia. També hi surt un Josep Lluís Nuñez xafallós i missaire.

Que Triomfador farà soroll és innegable, per la novetat i la cruesa del relat. D’entrada ja surt en castellà a Seix Barral. La qüestió, em sembla, és on situar-lo. És un llibre d’impacte sobre un tema tabú. I això té un valor. Mentre el llegia pensava si ens faria el mateix efecte si, en lloc de parlar del Barça, fos un llibre sobre el servei militar o sobre una escola de jesuïtes. La qüestió és si de l’experiència tan forta que s’ha viscut, de l’abús, de la indefensió, de la indiferència se’n pot fer una obra d’art. Hi ha exemples reeixits, un dels darrers Tyrannosaurus de Guillem Frontera, reeditat fa poc. A diferència d’aquest llibre o del Törless de Musil, per dir un exemple més confitat, Triomfador no acaba de fer l’estirada. Tret d’algun moment puntual –quan un entrenador increpa l’equip que ha guanyat d’un punt i els diu a crits si són mariques–, fa l’efecte que la violència que retrata és més circumstancial que estructural de l’esport, fruit més del desgovern i de l’instint dels abusananos que d’un pla organitzat per aconseguir uns cracs depredadors. En qualsevol cas, un llibre testimonial inesperat i d’impacte.


dimecres, 9 d’octubre del 2024

les cent cinquanta vides del lector català

 

DAVID GUZMAN
Les cent cinquanta vides del lector català
Quadern | El País
27|4|2024


Superada la ressaca de Sant Jordi, ja podem treure a passejar el gran elefant a la sala. Ho saben els editors, ho saben els llibreters i ho saben els autors: a Catalunya (i a Espanya) es publica molt per sobre de la capacitat lectora del país. Per explicar el problema no funciona la metàfora del peix, necessitem un cetaci que es mossegui la cua. Les editorials –petites, mitjanes o gegants-- tenen cada cop més competència i, contra la lògica del temps i de l’espai, s’imposa una lògica industrial que les força a seguir estampant. Els llibreters difícilment poden disposar de fons i viuen aclaparats per una invasió de novetats impossible de deglutir. Els autors saben que, en el millor dels casos, el seu llibre viurà agònicament entre quatre i sis setmanes a les taules de novetats. I els lectors, fins i tot els empedreïdíssims, no tenen manera humana ni divina d’assumir una allau de títols que funciona com la neu als dibuixos animats: a mesura que rodola muntanya avall, la bola es fa gegant.

En sintonia amb la moda nacional de quantificar-ho tot, val més posar-hi xifres. L’any 2022, l’últim del qual hi ha dades, es van editar 11.594 títols en català. Dit d’una altra manera, en el mateix any es van publicar més llibres a Catalunya que a Bèlgica (10.559), que té gairebé quatre milions més d’habitants, i gairebé tants com a Grècia (13.218), amb una població de 10 milions i mig. En el cas de França, un dels països d’Europa que pot vantar-se de tenir més lectors, es van publicar 111.503 títols, però amb un matís intel·ligentíssim: de tots aquests llibres, les novetats no arriben a 39.000. La raó és tan lúcida i el gest tan assenyat que hauríem de brindar amb xampany cantant la Marsellesa: els editors francesos han decidit conjurar-se per no saturar el mercat i han prioritzat la reimpressió del fons. El moviment és doble: una aposta pel catàleg i els títols de fons i una reducció de la novetat més fungible. Que un dels països amb millors índexs de lectura funcioni amb la consciència de “mercat saturat” hauria de fer envermellir la indústria llibresca catalana.

Imaginem un lector ideal, una persona que llegeixi entre molt i moltíssim i que tingui el noble objectiu d’estar al dia del que es publica cada any en català. Dels 11.594 títols de l’any 22 en restarem generosament 4.594 en concepte de llibre escolar i manuals de text, per centrar-nos només en literatura. El nostre lector ideal ara només ha d’entomar 7.000 novetats. Decidim que en llegeix tres per setmana, així li queda temps per menjar, dormir i treballar una estona (poca, que per això és un ideal). Amb tres llibres setmanals, n’haurà llegit 144 al cap de l’any. De manera que per poder acabar-se els 7.000 títols publicats, necessitarà 48 anys i mig. Durant els quals haurà acumulat 340.000 lectures pendents. Si no vol embogir, el lector ideal necessitarà 150 vides.

El sector del llibre és la primera indústria cultural a Catalunya, amb un volum de facturació d’uns 1.442 milions d’euros. Però no hi ha lògica industrial ni consideració econòmica que justifiqui la desmesura productiva. No m’imagino la indústria càrnica fabricant entrecots com bojos en un país més aviat vegetarià. A la desitjable consciència ecològica hauríem de sumar-hi la consciència de mercat, el coneixement realista de l’entorn, la necessària pregunta de quina comunitat podrà llegir les 30 novetats al dia que estem imprimint de mitjana.

 


dimarts, 8 d’octubre del 2024

tinta invisible


La tinta invisible es lo que reside debajo de las líneas, entre ellas, fuera de ellas, lo que se esconde hasta que el lector indicado lo descubre. Al referirme a un lector «indicado» quiero decir que, como es evidente, determinados libros no son para todo el mundo. Es posible admirar a Proust pero no implicarse ni emocional ni intelectualmente en su lectura. Incluso alguien que esté fascinado con el libro podría no ser el mejor lector o el más indicado. El lector «hecho» para el libro es el que está en armonía con la tinta invisible.


Toni Morrison. La fuente de la autoestima. Ensayos, discursos y meditaciones. Traducció de Carlos Mayor. Lumen, 2020. P. 423. P. 445.


dilluns, 7 d’octubre del 2024

lliçons d'estil


«Encara que és una evidència, de vegades es fa difícil d'adonar-se'n: els grans escriptors ho són tant pel que escriuen com pel que deixen d'escriure. La principal diferència entre Flaubert i Balzac és que Flaubert ens estalvia tota la palla que —a tant el quilo— Balzac havia d'anar apilonant per anar pagant els deutes que l'ofegaven. El problema és que aquest fonament invisible del text, sobretot en els autors que prefereixen la sordina als refilets, el sap veure molt poca gent: gairebé sempre es confon la senzillesa treballada amb la facilitat inerme, i fins hi ha lectors que es veurien amb cor de fer-ho tan bé com l'autor. Al final, si s'hi atreveixen, la invisibilitat es converteix en una zona catastròfica.»

Xavier Lloveras. «Rodoreda, Mercè. Lliçons d'estil». A: El mirall dels llibres. Diputació de Girona, 2017. P. 212.

diumenge, 6 d’octubre del 2024

escriure pels morts


«Un lector que coneix la tradició no es confronta només amb els autors sinó també amb els lectors morts. M'agrada molt quan Agamben diu que no escriu pels vius, ni que tampoc escriu pels que vindran, pel futur, o sigui que no escriu per salvar res sinó per alguna cosa que no es pot salvar perquè tampoc es pot morir: diu que no escriu ni pels vius ni pels que viuran sinó que escriu pels morts.

Els morts no estan subjectes a canvis i a errors, no es repensen la seva posició. En tries uns, i els altres morts no es senten menystinguts, no surten del cementiri a perseguir-te, ni saben que t'has decantat per uns altres. [...] La tradició és un tribunal de morts.»


Toni Sala. Tradició i creació i altres notes sobre literatura. L'Altra, 2024. P. 21.


dissabte, 5 d’octubre del 2024

tot a punt

 


«Puedo empezar» a l'àlbum Supone Fonollosa, Albert Pla, 1995.

 

divendres, 4 d’octubre del 2024

l'ordre dels factors


«Més habitualment que no es pensa, l'ordre en què es tradueixen els llibres d'un escriptor no és l'ordre en què aquest els ha escrit. Fa de mal resoldre: tot sovint l'interès per un autor estranger arriba quan aquest ja ha arribat a un punt de maduresa, a una obra de plenitud, i és des d'allà que hom va refent camí, riu amunt, cap a les beceroles. Això pot crear una dissonància entre la percepció que el lector té de l'evolució d'aquella obra i el seu camí real.»


Joan Todó. «L'ordre dels factors». L'Avenç, núm. 511, setembre 2024.

dijous, 3 d’octubre del 2024

basat en fets reals, i què?


ANNA GUITART
Basat en fets reals, ¿i què?
Arallegim
25|3|2023


"Futbolísticament estava preparat per jugar en un club tan gran, però la pressió que vaig viure no l'esperava en cap moment". El futbol no m'interessa gaire, però aquestes paraules de Bojan Krkic, durant l'anunci de la seva retirada, em fan continuar llegint. Trobo un altre titular, que parla d'ell com un dels millors jugadors sorgits de La Masia. Des que vaig acabar Triomfador, de Joan Jordi Miralles, qualsevol referència a La Masia del Barça em fa posar els pèls de punta. Abans de treure conclusions que no toquen, veig que Bojan parla de pressions mediàtiques, així que la seva història no és la que explica Miralles, tot i que durant la roda de premsa el jugador també fa referència a l'edat que tenen molts joves, molts nens, que es troben en situacions de pressió similars a la seva. Això sí que forma part de la història de l'Ulisses:

"—Aquí estaràs bé, oi? —li pregunta el pare. —I tant! —intercedeix el cuiner—. És una experiència que no oblidarà mai. Són xavals, ja s'entén, fan de les seves, però en general hi ha molt bon ambient".

L'Ulisses, de tretze anys, acaba d'arribar a La Masia per jugar amb el Barça de bàsquet. L'han acompanyat els seus pares, que aviat se'n tornaran a casa, a Manresa. No sé si el pare de Joan-Jordi Miralles va fer la mateixa pregunta al seu fill, als anys 90, "Aquí estaràs bé, oi?" L'escriptor va viure a La Masia entre els 13 i els 17 anys, també era al equip de bàsquet. Aquest paral·lelisme entre la seva història i la de la novel·la provoca en el lector, inevitablement, una pregunta "Això que m'explica, és veritat?" Miralles sabia que això passaria. De fet, l'escriptor no acostuma a fer entrevistes, quan publica, però aquest cop ha estat diferent. "Em venia de gust donar la cara", ens va dir a El matí de Catalunya Ràdio, "sobretot pel fet que pot despertar ambivalències: què és real i què no". Dit això, que ningú es faci il·lusions, perquè això és el màxim que aclarirà: "Té a veure amb la veritat, però si ha passat exactament, no és la funció del novel·lista".

Té tota la raó.

Triomfador és una novel·la que funciona independentment de si és una història real o no. Miralles és un escriptor sempre recomanable, sòlid, que acostuma a provocar neguits als lectors. En aquest cas, la possibilitat de la veritat els dispara, perquè la història és terrorífica: ens descriu La Masia com un lloc infernal, on els interns més grans es dediquen a fer la vida impossible als més joves, amb agressions físiques, comportaments cruels, burles. L'autor té l'habilitat de transmetre una tensió constant, que s'imposa fins i tot quan sembla que tot està tranquil: no saps mai quan se't poden tirar a sobre. La novel·la segueix l'Ulisses, que es va fent gran en aquest context, però jo fa dies que no em trec del cap en Mompalau. És de Palafrugell, un secundari que no té la força ni la determinació del protagonista. La impunitat dels violents ("On són els adults, per què ningú fa res?", també són preguntes que et vas fent) l'està destrossant. No puc saber quant hi ha de veritat en la seva història, però suposo que és mèrit de l'autor que em sembli que molta. Quants Mompalaus devien passar per aquesta experiència? Jo, aquesta vegada, he de reconèixer que no en tinc prou amb la (magnífica) ficció: tant de bo aquesta novel·la ajudés a il·luminar una etapa de La Masia que, francament, s'intueix molt fosca.


dimecres, 2 d’octubre del 2024

la renúncia

 

El correr de los años enfrenta a los lectores a una situación semejante. Las Grandes Obras se asimilan al recuerdo; surgen el gusto por la relectura y la peculiar dicha de la capitulación. ¡Qué tranquilidad no tener que leerlo todo! La dificultad de viajar, de correr, de beber o de leer como antes, se tolera descubriendo cierto gozo en la renuncia. El cine deja de ser una compulsión y se convierte en un estacionamiento lleno, extenuantes escaleras, vecinos de asiento que no dejan de hablar. Algunos cinéfilos domestican sus pasiones y admiten que Netflix sustituya a la Cineteca del mismo modo en que las pantuflas sustituyen a los zapatos.

El lector impenitente, cuya premiosa afición pasa con los años del ojo desnudo a los lentes y luego a las lupas, suele perder la capacidad de asombro. Si Mefistófeles se acercara a su escritorio, difícilmente encontraría un alma dispuesta a sellar una transacción en nombre de los libros. ¿Qué alternativas lectoras brindaría ese tardío pacto fáustico? ¿Regresar a la juventud, etapa ingenua en la que se admiraron tantos bodrios? ¿Disponer de un tiempo extra para que todas las páginas se ordenen en una inacabable enciclopedia? La primera alternativa ruboriza a quien conoce el mal gusto que tuvo en el pasado (en un poema sobre sus subrayados, Luis Miguel Aguilar descubre que, si juzgara a los clásicos por las frases que admiró en su juventud, consideraría que son pésimos autores: ¡qué superficial parece Esquilo cuando entresacamos de sus páginas las frases que nos cautivaron en la adolescencia!). Y la segunda alternativa —el afán de abarcar catálogos enteros— convierte la lectura en un acto oficioso, libre de accidentes. Si nos sobrara el tiempo en una biblioteca, nada sería un hallazgo esencial, pues tarde o temprano leeríamos todos los libros.

Quien ha cambiado suficientes focos en su lámpara de lector sabe que no tiene caso volver a la emoción primera, que se beneficiaba de la ingenuidad y la ignorancia, que tanto contribuyen a la sorpresa. Pero tampoco tiene caso seguir leyendo por rutina.

Lo que jamás conoceremos da fuerza a lo que sí llega a nosotros. Por eso, en toda repisa que se respete debe haber libros que jamás serán leídos y que sólo están ahí para reforzar la importancia de sus compañeros...


Juan Villoro. No soy un robot. La lectura y la sociedad digital. Anagrama, 2024. P. 236.


dimarts, 1 d’octubre del 2024

la funció alliberadora del llenguatge

 

«En vida, Herman Melville no va tenir gaire lectors i Franz Kafka es va turmentar més que no va anar a nedar, però tots dos van saber alliberar-se dels contratemps mundans, l'una amb un llenguatge nou, d'estepa biblicomarítima, l'altra amb un humor finíssim, gairebé de vidre. Thomas Pynchon ha disparat la imaginació a l'infinit, l'únic indret on no s'accepta cap control de porra extensible, i Cynthia Ozick i Clarice Lispector ens han deixat les llegendes de demà, perquè no s'obturin les vies mentals d'escapatòria. Salvador Dalí va treballar al sotaescala del sentit comunitari i des d'allí ens va graduar la vista, fulgurant. Ursula K. Le Guin es va afiliar al tarteram del futur, gràcies al qual la cosa nostra, la d'ara, passa més entenedora. Iris Murdoch va embellir el reaccionarisme anacrònic, va donar credencials al conservadurisme, i Georges Perec va desactivar les alarmes del Gran Casino. Quan Proust, tan lent i tan pesat, descriu aquells espàrrecs magnífics, els espárrecs de debò ni somnien amb empatar-los, i no cal, no podrien, seria un empat sense sentit. Rieral, taüt, la literatura cargola les funcions del llenguatge i ens para una safata d'irreals omegues. És tot enfosquint l'obvietat del poder i de la natura que la literatura revela: J.V. Foix des del trobar clus i barroc, Josep Pla amb el degotall amè i corrosiu que al final forada la carcassa de l'ordre aparent. En conclusió, ¿no deu ser que la literatura encarna una funció espúria del llenguatge, escorredissa, l'única que el poder no pot controlar, la funció alliberadora? Aturem-nos-hi una mica més, no perquè parlo en plural, sinó perquè vull...»


Adrià Pujol Cruells. I si : especulacions sobre llenguatge i literatura. Arcàdia, 2022. P. 125.

 

dilluns, 30 de setembre del 2024

segones oportunitats


IRENE SOLÀ
Segones oportunitats
La Vanguardia
21|9|2024


Aquests dies visc en una illa de poc més de cinc-cents habitants. Els boscos són de pins, les platges de roques blanques. Compro el pa els dissabtes perquè és l'únic dia que el forn de pa és obert. Per anar al supermercat agafo un ferri. Passa cada deu minuts i en triga poc més de set a arribar a l'altra banda. Quan soc al transbordador, encuriosida per la novetat, em miro el mar esverat, les dues costes a cada costat i els suecs que seuen als seus cotxes i teclegen al mòbil amb la calma i la normalitat de qui utilitza un ascensor o unes escales mecàniques. A partir de demà, quan comenci la tardor, el ferri passarà cada mitja hora i el forn de pa tancarà i no tornarà a obrir fins a la primavera.

Ahir vaig acabar Un home enamorat de Karl Ove Knausgård. L'he llegit als vespres asseguda en un sofà de llana vermella que pica. I l'he gaudit d'una manera que m'ha sorprès, perquè la primera vegada que vaig provar d'apropar-m'hi em va caure sonorament de les mans. Potser ha estat la geografia, potser ha estat la proximitat (Knausgård és noruec, però mentre va escriure la sèrie de novel·les La meva lluita vivia a Suècia, i de fet, feia la compra a la mateixa cadena de supermercats a la que jo vaig amb ferri). I dic que m'ha sorprès, però no pot ser veritat, perquè no és ni molt menys la primera vegada que em passa. I és un fenomen que em desperta curiositat, que m'intriga. El misteri que té a veure amb els llibres que en un contacte inicial resulten insondables. Pels que en un primer moment no ets capaç d'interessar-te. Però dins dels quals aconsegueixes fer una incursió quan t'hi atanses una segona o qui sap si tercera vegada.

Soc conscient que l'enigma té a veure amb la lectora, que és qui canvia, i no amb els llibres. Perquè aquests últims no es mouen de lloc. Com les illes a qui el mar llepa cada dia, que senten el més amable i absolut desinterès pels horaris del ferri. La impassibilitat més solemne davant les cabrioles dels cotxes en fila sobre els transbordadors i aquells que hi seuen dins. Em venen al cap The sea, the sea, d'Iris Murdoch, The brief wondrous life of Oscar Wao de Junot Díaz, Milkman d'Anna Burns o Blood meridian de Cormac McCarthy. Llibres amb els quals he hagut de ser pacient. Però no parlo de ser pacient amb els llibres, sinó amb mi mateixa.

 

diumenge, 29 de setembre del 2024

roth i zweig

 

Joseph Roth era alcohólico, caótico; Stefan Zweig era metódico, riguroso, a lo Thomas Mann. Pero era Roth el que le corregía el exceso en el estilo a Zweig. Y era Zweig el que intentaba frenar el alcoholismo de Roth para evitar que se matara. Pero fue Zweig el que se mató.


Ariana Harwicz. El ruido de una época. Gatopardo, 2023. P. 89.

 

dissabte, 28 de setembre del 2024

drama dramàtic



Liber. from Valentin Tournebize on Vimeo.


divendres, 27 de setembre del 2024

turisme d'obres


SERGI PÀMIES
Turisme d'obres (i 2)
La Vanguardia
28|8|2024


El cartell que anuncia les obres de la biblioteca de la plaça Sarrià inclou una data de finalització: juliol del 2024. Som a finals d'agost, i s'hi treballa amb el zel de qui sap que està fora de termini. És dissabte, només hi ha mitja dotzena d'operaris i una retroexcavadora que també hauria de cobrar hores extres. A vista de profà, l'edifici està gairebé acabat: façana de vidre, estructura cúbica i una estètica que fa anys ens hauria escandalitzat com a prototip futurista i avui no desentona amb el criteri arquitectònic vigent. Parlo de "fa anys" perquè en aquest solar hi havia cases i un bar amb màquines de millón i una parròquia de jugadors de dòmino i estudiants addictes al Cacaolat. Si la memòria no em falla, la propietària del bar era una dona que també exercia com a professora (diria que de matemàtiques) a l'escola on vaig estudiar.

Per batejar la biblioteca, les entitats del barri van proposar una votació popular amb quatre candidats: J.V. Foix, Núria Pompeia, Carme Serrallonga i Emili Teixidor. La participació, telemàtica, no passarà a la història (1.500 vots), però el resultat és vinculant, i va guanyar el poeta i pastisser J.V. Foix. A la plaça, un sensesostre recull els cartrons que ha fet servir com a matalàs i parla pel mòbil mentre els operaris continuen treballant, protegits per una tanca que permet l'accés dels veïns a les cases de la cantonada i preservar els operaris de mirades externes. Les erugues de la retroexcavadora s'han de moure damunt d'una superfície mínima com si fossin un híbrid entre ballarí de xotis i de moonwalk.

Que hagi conegut personalment els quatre candidats de la votació ¿vol dir que m'estic fent gran? A J.V. Foix el vam entrevistar amb el Xavier Montanyà per a la revista El Temps. Molt amable, ens va oferir whisky i Montanyà va fer una pirueta virtuosa i li va preguntar: "Parlant de whisky, ¿per què signa els seus poemes amb la fórmula de J.V.?". Era una finta fonètica dedicada a Justerini & Brooks, que em transporta a una escena del llibre Gertrudis, de Foix, en què uns anomenats Sàtirs van despullats per "malcobrir-se les nueses amb un tros del primer full de La Vanguardia. Perquè després diguin que el paper està mort i ja no serveix per a res.